Preguntas frecuentes

Qué es una sección de preguntas frecuentes

Una sección de preguntas frecuentes no es un glosario ni un repositorio de ocurrencias: es un canal de captación de clientes que traduce las dudas reales en contactos. Para construirla con rigor conviene partir de asuntos que conozcamos de primera mano, preferentemente casos repetidos en los que el despacho haya resuelto un problema concreto a un cliente. Ese historial es oro porque nos dice qué preocupa de verdad a la gente, qué lenguaje utilizan y qué objeciones bloquean la contratación. La primera regla, por tanto, no es publicar lo que nos apetece explicar sino lo que más se repite y donde aportamos un resultado medible.

El segundo principio es la segmentación por tema y por tipo de cliente. Empresas y particulares no deben mezclarse. Si el despacho trabaja con ambos perfiles, lo correcto es ofrecer dos áreas diferenciadas con navegación clara o pestañas visibles: fiscalidad-empresa, laboral-empresa y mercantil por un lado; vivienda, herencias, consumo o familia por otro. Dentro de cada área agruparemos por materias homogéneas para evitar saltos conceptuales que confundan al posible cliente. El usuario debe ubicarse en dos clics.

El tercer eje es la claridad que elimina los miedos del posible cliente. Muchas dudas persisten porque el cliente no entiende de plazos, precios orientativos o límites legales. Si esas variables no se explicitan, el visitante imagina lo peor y se marcha. Por eso cada respuesta debe incorporar datos concretos que acoten el escenario: términos de prescripción, rangos económicos cuando sean posibles, tiempo habitual de tramitación y riesgos de la inacción. Los abogados y asesores cumplen una función social valiosísima al dar seguridad jurídica y económica a familias y negocios; trasladar esa seguridad a las FAQ es coherente con su misión y además vende con honestidad.

Cómo debe ser la estructura de cada pregunta

Recomendamos un patrón estable que pueda replicarse en toda la sección. La estructura ideal es la siguiente: 1) pregunta breve en lenguaje del cliente, sin tecnicismos en el titular; 2) respuesta de 120 a 150 palabras que explique qué es el asunto, qué pasos hay, qué plazo se aplica y qué ocurre si no se actúa; 3) llamada a la acción inmediata para contactar con el despacho y valorar el caso; 4) elementos de confianza como participación en grupos o colegios profesionales, años de experiencia o pertenencia a asociaciones relevantes.

En el plano del copywriting útil, tres reglas sostienen la conversión. Hablar en el lenguaje de la gente: titulares como “¿Cuánto cuesta…?”, “¿Qué pasa si…?” o “¿Puedo…?” funcionan mejor que rótulos doctrinales. Empezar con la idea clave en la primera frase, evitando rodeos y formulaciones teóricas que diluyen el mensaje. Añadir números siempre que sea razonable: meses de trámite, días hábiles, horquillas de honorarios, porcentajes de sanción o reducciones. Lo difuso genera duda y la duda reduce la probabilidad de que el lector levante el teléfono.

La llamada a la acción ha de ser clara y contextual. “Solicitar revisión de caso”, “Hablar con un abogado laboralista hoy” o “Pedir una simulación fiscal con mis datos” son mejores que un genérico “Contactar”. Si la pregunta es de alta intención (por ejemplo, despido estando de baja o cambio de forma jurídica por umbral de facturación) puede incorporarse un microformulario de tres campos junto a la respuesta. Si es de intención informativa, basta un botón hacia la página de servicio o una guía descargable a cambio del correo. El patrón debe ser coherente en toda la FAQ para que el usuario aprenda la mecánica sin esfuerzo.

Confianza, autoridad y conversión

Una buena FAQ explica sin asustar. El objetivo es generar confianza demostrando que el texto lo firma un profesional que domina la materia, pero recordando que los detalles del caso pueden orientar a soluciones distintas. Por eso es aconsejable cerrar cada respuesta con un aviso responsable breve del tipo: “Este contenido es informativo y no constituye asesoramiento personalizado. La solución depende de las circunstancias de cada caso”. Esta redacción no enfría la decisión de compra, al contrario, invita a una consulta responsable.

Refuerza la credibilidad firmando la sección. Incluir nombre y apellidos, especialidad, número de colegiado y enlace al perfil profesional aporta transparencia. Si procede, añade años de experiencia, volumen de asuntos o porcentajes de éxito con prudencia y rigor. Mostrar la fecha de actualización de cada respuesta también transmite seriedad y compromiso con la vigencia del contenido, algo especialmente sensible en materias con cambios normativos frecuentes.

Toda esa confianza debe traducirse en acción. La FAQ debe integrar CTAs (Call TO Action, llamadas a la acción) visibles en la zona superior de la pantalla y CTAs contextuales al final de cada respuesta. En móviles es útil un botón fijo “Llamar ahora” o “WhatsApp con tu duda” que copie automáticamente el asunto de la pregunta en el primer mensaje para que el equipo entre en conversación con contexto. La combinación de autoridad profesional y facilidad de contacto es la que convierte.

Errores que espantan clientes y cómo evitarlos

El primer error es usar jerga profesional sin traducir. Un potencial cliente no necesita un extracto doctrinal sino entender su situación en 20 segundos. Traducir conceptos técnicos y, si son inevitables, definirlos en una frase mantiene el tono profesional sin perder claridad. El segundo error es ocultar precios. Cuando sea legalmente y comercialmente viable, aporta horquillas honestas o describe métricas de tarificación (por ejemplo, “importes cerrados por trámite estándar” o “presupuesto tras revisión documental”) porque el silencio espanta más que una cifra dejada a la imaginación del cliente.

El tercer error es mezclar asuntos de empresa y de particular en el mismo listado. Alternar una duda sobre comunidad de propietarios con otra sobre desafectación de un bien afecto a una actividad rompe la lógica del usuario y resta prestigio a la marca. El cuarto error es titular para el algoritmo y no para la persona: “Aspectos a considerar en…” no moviliza, mientras que “¿Qué pasa si no presento el 303 a tiempo?” sí. El quinto error es responder sin plazos ni riesgos; si el lector no percibe urgencia razonada, pospone y se olvida.

Añadamos otros tropiezos frecuentes: duplicar preguntas con matices mínimos que saturan la lista y dispersan la atención; crear respuestas demasiado largas que se convierten en mini artículos sin resumen inicial ni CTA; olvidar la accesibilidad al usar acordeones sin foco visible ni navegación por teclado; no firmar las respuestas o esconder la colegiación cuando precisamente aporta seguridad; exceso de disclaimers que suenan defensivos; enlaces salientes irrelevantes que sacan al usuario del sitio (p.ej.: enlazar a la página de inicio de la web de la Agencia Tributaria no resuelve absolutamente nada a nadie); promesas vagas de “servicio integral” sin concretar pasos ni resultados esperables.

Evitar esta lista y aplicar el patrón propuesto permitirá a abogados y asesores cumplir mejor su función social de proteger derechos e intereses mientras convierten una lectura útil en una llamada, un correo o una cita agendada con el despacho.

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